lunes, 4 de mayo de 2009

¿Atrapado? Se Puede Arreglar







¿Atrapado?

Uno de los sinónimos de atrapar es” inmovilizar”.

Y vamos a trabajar juntos, usted lector y yo, en recordar situaciones y momentos en los cuales nos hemos sentido atrapados, inmovilizados, carentes de fuerzas para liberarnos de presiones circunstanciales, situaciones difíciles y en problemas serios.

No es nada agradable recordar crisis, errores, frustraciones, engaños, mentiras, desconfianza, traiciones de amigos, en fin una lista tremenda de situaciones que todos, o muchas personas, hemos vivido y han dejado su secuela de recuerdos gravados en nuestra mente, haciéndonos sufrir y robando nuestra paz interior, inmovilizando nuestras habilidades y desarrollando actitudes incorrectas y acciones lamentables.

De eso se trata en este artículo, de reconocer cuántas veces me he sentido atrapado, inmovilizado por los efectos de acciones cometidos, por las críticas de otros, por los rechazos sufridos, el olvido de gente que conocimos durante años como “amigos” y que dejaron de relacionarse con nosotros cortando el puente de comunicación por sus juicios personales sin dejar lugar al poder de la amistad y al bálsamo de la comprensión.

Hasta aquí todo lo leído parece un desahogo de amarguras reprimidas.

La pregunta es: ¿Ha experimentado esto alguna vez en su vida?

Sinceramente sé que millones de personas sí lo han vivido.

¿Por qué lo aseguro de esa manera enfática?

Porque los hechos compruebas esa declaración. Sólo escuche las noticias, mire a su lado, oiga lo que hablan las personas por teléfono celular en cualquier esquina, calle llena de personas que caminan en diferentes sentidos, establecimientos públicos, trenes y autobuses, el que viaja a su lado, oiga y mire los gestos que se hacen con las manos mientras hablan por su celular, mire sus ojos, las muecas que cubren sus rostros, las posturas de su cuerpo, en fin un lenguaje de gestos que descubre un volcán de problemas y situaciones que va por dentro de cada persona y alcanza a otros lejos o cerca, en familia o centro de trabajo o estudio, en su círculo cercano o fuera de su dominio.

Atrapados, inmovilizados para conversar pacíficamente y hallar soluciones a cualquier divergencia o situación adversa.

Falta de dominio propio para direccionar las energías de las tensiones en acciones constructivas y no en “finales tristes” de episodios sin resolver.

La magia de la confesión abierta

Confesar es admitir mis errores y contarlos a quien puede interesar, no para criticar sino para resolver esa condición.

Las confesiones tienen muchas clasificaciones porque están las de tipo legales (ante tribunales judiciales) y las morales y espirituales, emocionales, que se abren ante el Único que puede resolver esa situación: Jesucristo.

Aquí el apóstol Juan declara: “ Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” ( I Juan 1: 9).

Esta es la gran diferencia entre la confesión a un jurado humano y la confesión al Hijo de Dios.

Los humanos nos condenan, aún cuando ellos mismo realicen las mismas cosas por las cuales nos condenan ( sin ser descubiertos por otros humanos).

El Hijo de Dios, Jesucristo nos evalúa, conoce nuestra sinceridad de arrepentimiento y nuestra decidida y comprometida voluntad de cambió y nos perdona, limpia de toda secuela de amargura o remordimiento, pues: “las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas”( II Corintios 5: 17).

Jesús lo hace no porque El sea arbitrario en trato y soluciones de los errores humanos, más bien es porque El pagó el precio del rescate de esa condición en la que todos estamos atrapados: el pecado.
Su poder va por encima de lo que yo puedo hacer, Su misericordia reactiva la vida, Su gracia transforma y arregla el alma, produciendo nuevas relaciones de fe y actitudes diferentes, El hace todas las cosas nuevas, es el Señor.

¿Hay algo que arreglar?

¿Hay que romper modelos establecidos en la mente de condenación y rechazo?

No se quede atrapado, no se deje vencer por el enemigo.

Jesús es suficiente, su libertad es total y para siempre.

Rodolfo Luis.