domingo, 29 de noviembre de 2009



La Meta, ¿Cuán lejos está?


Filip. 3: 10-14

Todas las personas deberían tener sus propias metas, esforzarse por realizarlas y hallar la satisfacción que de ello se desprende.

Sucede que millones viven y trabajan para que otros realicen sus metas, dejan los mejor de sí mismos, entregan su inteligencia y energías y sólo reciben el cansancio y la fatiga, unido a un poco de dinero por su trabajo.

En lo material y en lo espiritual sucede idénticamente igual.

Ser parte de una congregación activa, asistir a todas las reuniones, escuchar cada mensaje o estudio de la Biblia, ofrendar, estar en algún grupo con labores específicas, trabajar bajo la dirección de un líder y ver los resultados del trabajo, no es más que metas propuestas y realizadas.

Pero deseo compartir una idea diferente en cuanto a Meta.

Es muy importante pensar en nuestras metas, en mi Meta, y cuán lejos estoy de ella, que debo hacer para realizarla, que tiempo dispongo para lograrlo, a quienes he de beneficiar con ella, quienes me ayudarán para lograrla, cuánto de mí debo disponer, cuál será el precio.

La Meta de Pablo nació en una experiencia de pérdida
Fil. 3: 7-8


Renunciar a su mundo de popularidad religiosa( Fil 3: 5-6)

Ni los hebreos de su tiempo, ni muchos de los llamados cristianos de su época comprendieron a Pablo y lo aceptaron como lo que era: una nueva criatura, con motivaciones diferentes y una meta propuesta alcanzar: “Ganar a Cristo y ser hallado en él”

La Meta de Pablo se centraba en la fe
( Fil. 3: 9)

La fe que mueve montañas, abre el Mar Rojo, apaga fuegos impetuosos, y purifica el alma.


Esta fue la experiencia de Moisés frente al mar Rojo, la de los jóvenes hebreos en el horno de fuego, la realidad de un Pedro o Juan, un Andrés o Esteban, un Felipe, María Magdalena o un Zaqueo sobre un árbol a la vera del camino, la de un perseguidor de la Iglesia que quedó ciego y se levantó viendo las maravillas de Dios en su vida y a través de él para beneficios de millones.

La fe es tan particular como tú propia Meta

(Fil 3: 12-14)

Cada persona tiene su propia oportunidad, capacidad, experiencias, logros y victorias, caídas y levantadas, éxito o fracaso.


Nadie puede tomar el lugar de otro, sólo Jesús lo pudo hacer en la cruz y es suficiente.


Pero sí todos tenemos que luchar y esforzarnos par alcanzar nuestra meta.


Hay una herramienta interna que nos ayuda si sabemos usar:


“La perseverancia que es la combinación de un deseo fuerte y la voluntad”

Esto significa mantener nuestro enfoque en lo que deseamos lograr, no perder de vista nuestra meta, no mirar los obstáculos, no escatimar los esfuerzos a emplear, ser concientes de las renuncias a las que debemos estar dispuestos y aprovechar al máximo el tiempo que el Señor nos está regalando.

En conclusión:


1.- Hay que saber perder antes de alcanzar la meta

2.- La fe en Jesús(perseverar en él) es piedra angular de apoyo

3.- Tú fe particular es experiencia en acción, es la energía para el logro.




Rodolfo Luis.

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