domingo, 14 de diciembre de 2008

Cosas que se Pueden Arreglar con el Alfarero

Un Encuentro con el Alfarero

Usted sabe que un alfarero es un profesional en su oficio y trabajo de creación de vasijas, platos, cacerolas, jarrones, floreros, cántaros, adornos, una gama de objetos brotan como por encanto de las manos de un hombre o mujer, dedicado a esta tarea tan noble como es “Dar forma” usando el barro.

Sabemos que el barro se forma de arcilla con agua, hay que procesarlo con las manos y añadirle la “magia” del ingenio, trasmitirle el sentimiento y las emociones del alfarero, no es cuestión de trabajar solamente, es influir en ese trabajo ideas, aspiraciones, una visión particular un propósito único.

Cada vasija que sale de las manos del alfarero lleva incluida una experiencia de modelo, estilo, significado, sentido, utilidad, belleza.

Nada surge de las manos del alfarero para ser desechado después de terminado, tiene una función que realizar en su tiempo.

La Biblia nos cuenta de una experiencia del profeta Jeremías en casa del alfarero ( Jeremías 18: 1-6), la vasija se le echó a perder y comenzó una nueva.

Tomemos la idea y pensemos en nuestras vidas, según la Biblia somos “polvo”, Dios formó al primer hombre, Adán, del polvo de la tierra y sopló aliento de vida en su nariz (Génesis 2: 7), en el Salmo 103:14 declara lo que no debemos olvidar: “ somos polvo”.

Por qué tanto orgullo en los humanos? ¿De qué sirve la fama? ¿Para qué es útil la vanidad? ¡Somos polvo!

Recuerda la vasija que el alfarero crea es de polvo, de tierra, arcilla, él le da forma, le traspasa sentido de utilidad, la hace para un propósito, la adorna con inteligencia y sabiduría, la prueba en el fuego, la expone al resto de la Humanidad.

Hay algo muy significativo en la obra de arte del alfarero, su trabajo ya terminado puede compartir su existencia entre millones de obras similares pero muy diferentes entre sí, son obras que han salido de Sus manos, cada una de ellas tiene cosas en común y otras muy particulares, pero todas son vasijas de barro, hechas del polvo de la tierra, salieron de las Manos del Alfarero.

Amigo/a, usted y yo somos una vasija de barro, que el Alfarero Divino produjo con propósitos muy diferentes, quizás estemos marcados por derrotas y experiencias desagradables, trampas del enemigo, zancadillas, que nos hicieron tropezar y caer en más de una ocasión, puede que llevemos “la marca de lo inservible” gravada en nuestro mente, allá en lo más profundo de ella, pero que se enciende de vez en vez y como la televisión nos muestra imágenes de derrotas y pérdidas.

Tenemos que ir a casa del Alfarero, ¿sabe? A El le gusta trabajar con el fango y hacer cosas maravillosas, milagros le llamamos los humanos, El las define “ hacer nuevas todas las cosas”(Apoc. 21:5).

Te cuento una historia, es real, no sé como se llamaba este hombre, pero no importa, es real, vivió 20 siglos atrás, pero es real, era ciego, en su época ser ciego era lo mismo que inservible, inútil, pérdida de tiempo con él, un estorbo.

Lo que lo diferenciaba de los demás era su falta de visión, era ciego.
Era una vasija de barro, igual que todos, pero era ciego, las personas consideraban que había hecho algo muy malo, porque en aquella época se cría que lo horrible que acontecía a una persona, fuese enfermedad o tragedia, accidente, en fin, era el resultado de su maldad que le alcanzaba.

Pero el Alfarero no piensa así, El es experto en solucionar problemas y “crear todas las cosas nuevas”, El usa una fórmula milagrosa, la llama: Misericordia.

El hombre era ciego de nacimiento, cierra tus ojos por un momento, ¿qué ves? ¡oscuridad! , debes saber que un ciego de nacimiento no sabe que es oscuridad, no tiene conciencia de luz o tinieblas, jamás ha visto.

El alfarero, Jesús, vio al hombre ciego, se acercó a él, los que acompañaban al Alfarero, estaban identificando el problema de la ceguera del hombre, Jesús miraba al ciego, los demás buscaban una respuesta a la ceguera del hombre, Jesús miraba con Misericordia al ciego, otros hacían juicio, El estaba allí para “dar luz” a los ojos oscurecidos de un hombre creado bajo Su voluntad, una vasija de barro con sueños truncados y soledad en su alma, una vasija de barro vacía.

¿Qué hizo el Alfarero divino?

“Hizo lodo con su saliva y untó con ello los ojos del ciego” y le dijo amorosamente “ve a lavarte… el se lavó y regresó viendo”(Juan 9: 1-7).

¡Maravilloso!

El lodo fue usado para recordar que somos polvo, que al polvo regresamos, pero que hay un elemento especial en nosotros que nos distingue de la materia muerta, el espíritu de vida que sopló Dios al crear al primer Adán y que es nuestro único tesoro sembrado en medio de nuestro barro, pero que nos distingue del resto de la creación.

El Alfarero hizo lodo una vez más y proporcionó luz a los ojos del ciego.

Hay una ceguera que es peor que la física, la espiritual, la que rechaza reconocer la Soberanía de Dios, su Amor y Poder, su Sabiduría y Gracia.

Y esa ceguera espiritual lleva a los humanos a la muerte eterna, separación definitiva del Creador y Sustentador de todas las cosas.

Existe un medio infalible contra esa ceguera, se llama Gracia divina, Amor probado en la cruz del Calvario: “para que todo aquel que en El, Jesús, cree no se pierda mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16).

No hay poder de las tinieblas que pueda enfrentar el poder de Jesús, la Luz del mundo, Jesús dijo: “ Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”(Juan 8:12).

Es posible que usted necesite un encuentro con el Alfarero, Jesús.


Jesús dijo: “Venid a Mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”(Mateo 11: 28).

Y dijo algo que me estremece: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera”( Juan 6:37).

¿Necesita una visita a casa del Alfarero?

¿Hay algo que reparar en su vida?

¿Sus ojos no ven un presente agradable, y está pensando que a nadie le interesa su condición?

Déjame decirte que te equivocas, a Jesús le interesa tu vida, porque te ama, eres muy importante para El, te dio vida para que seas un príncipe de su Pueblo, en Su reino.

Te acuerdas del ciego de la historia de 20 siglos atrás que te conté, aquella historia termina así:

“Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?
Unos decían: El es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy.
Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo Vé al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista” (Juan 9: 8-11).

Aquí está la clave: creyó y obedeció a Jesús, Su alfarero.

Muchos dicen que es una historia, también al ciego le dijeron cosas parecidas, pero el respondió:

“Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos.
Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye” (Juan 9: 30-31).

¿Y usted que va hacer?

El Alfarero está trabajando, el taller está abierto.


Rev. Rodolfo Luis.
Amigo/a si necesita una palabra de consejo, una oración, no dude en escribirme: rlrodolfo487@gmail.com
http://sepuedearreglar.blogspot.com

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